
La crueldad nos hizo semejantes a los animales sagrados y nos
condujimos con majestad y concertamos grandes sacrificios
y ceremonias dentro de nuestro espíritu.
Descubríamos líquidos cuya densidad pesaba sobre nuestros
deseos y aquellos lienzos y las escamas que conservábamos
de las madres se desprendieron de nosotros: atravesábamos
las creencias.
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Mi amistad está sobre ti como una madre sobre su pequeño
que sueña con cuchillos.
No te pondré otra venda que la que está roída alrededor de mi
cuerpo, no te pondré otro aceite que el que descansa dentro
de mis ojos.
Ciertamente es una historia horrible el silencio, pero hay una
salud que sucede a la desesperación.
(Descripción de la mentira, fragmentos)
ANTONIO GAMONEDA