Señora Cospedal,
si tanta piedra cupo en vuestra mano,
¿cuidasteis que el cristal
fuere de grueso grano,
sabido que se quiebra si es liviano?
¿Guardasteis de la gente,
al tiempo que nadabais, los ropajes?
¿O fuisteis indolente,
dejando que los trajes
llenasen con su brillo los paisajes?
¿No notáis cómo crece
desmesuradamente una fatiga
que al ojo desmerece,
como si fuera intriga,
queriendo hacer pasar paja por viga?
Sabed que es dura prueba
que en trato de molinos y gigantes
el hidalgo se atreva,
con osados desplantes,
a injuriar a las aspas circulantes.
Pensad que por muy larga
ventaja que adquirir pueda en carrera
la liebre orejilarga
a la tortuga obrera,
es más rápido el cojo en su cojera
que el torpe mentiroso
en su corta verdad comprometido,
que el correr angustioso
en un saco metido
es el tiempo perdido del tramposo.